miércoles, 31 de agosto de 2011

Algunas notas sobre escritura y psicoanálisis *

Francisco Pisani

“ni en lo que dice el analizante ni en lo que dice el analista hay otra cosa que escritura.”
Lacan, Seminario 25 El momento de concluir



¿Qué relación pensar entre psicoanálisis y escritura? ¿Qué relación entre literatura y psicoanálisis?
Quisiera proponer una hipótesis: si Freud hace referencia a poetas, escritores, artistas, no es solo para mostrar lo que el inconsciente revela en tanto fisura del hombre de la ilustración, sino que comparece ante un pensamiento donde no lo había. En el territorio de la producción del arte encuentra cierta racionalidad donde pareciera no haber más que el privilegio de la fantasía, lo irracional, lo ficcional. De este modo, los artistas devienen en aliados, en su tarea de pensar el sufrimiento y el padecer de un sujeto.
Jacques Rancière, nos propone en su texto El inconsciente Estético que las obras y el pensamiento del siglo diecinueve constituyeron cierta equivalencia entre racionalidad del arte y racionalidad del inconsciente. En el que se pondría en juego la relación entre opuestos que se contienen a sí mismos, entre una racionalidad que comporta a su vez irracionalidad, entre un saber y no saber; entre logos y pathos, fantasía y realidad. Esta escritura propia del régimen estético mencionado, escenificaría al mundo como un cuerpo que portaría a modo de jeroglíficos una significación, un secreto presto a ser restituido, a través del desciframiento de las claves que se ofrecen para quien pueda leerlas. Es el despliegue en el orden del discurso de un poder de significación que emerge en el régimen estético decimonónico. Cada superficie, cada fisura en el mundo está inundado por este poder, cada cosa puede ser un texto, diseminación de huellas, vestigios que portarían una historia y las formas de su destino. La constitución del “fetichismo de la mercancía” de Marx, es ejemplo de aquello, en tanto que un objeto porta un plus, un más, de lo que su condición “natural” remite, ofrece en silencio otra cosa distinta a su naturaleza.
Freud buscó legitimar su discurso en aquello rechazado por la ciencia oficial, ocupa un lugar fundamental en su obra, el inconsciente, la mitología, los sueños, la literatura, la obra de arte. Todo sucedería como si el descubrimiento mismo del psicoanálisis, ocurriese en su propio discurso, a saber el retorno de lo reprimido, el retorno en la ciencia de lo rechazado. Uno de estos retornos es literatura como el estilo del caso clínico, en un rasgo de la novela es la condición de posibilidad de la escritura del caso clínico. Freud nos dice “que mis historiales clínicos carecen, por decirlo así, del severo sello científico, y presentan más bien un aspecto literario. Pero me consuelo pensando que este resultado depende por completo de la naturaleza del objeto… mientras que una detallada exposición de los procesos psíquicos, tal y como estamos habituados a hallarlas en la literatura, me permite llegar, por medio de contadas fórmulas psicológicas, a cierto conocimiento del origen de una histeria.” (Freud, 1981, p.124). El estilo de la novela es condición de la exposición del caso clínico, la comprensión de los procesos psíquicos así lo demandan. Es decir, nuestro autor reincorpora aquello que había sido rechazado por la seriedad científica, la literatura retorna en el estilo teórico, en la escritura del caso y como referente que autoriza su discurso.
¿Qué es lo que impulsa a Freud a dar cuenta en la escritura la experiencia de lo inconsciente? Pareciera ser que el estilo literario como condición de posibilidad de la transmisión impone el formato de Obra escrita. El estilo novelado, como rasgo en la forma de la trasmisión de los descubrimientos clínicos y teóricos, suponen el sustraer la condición literaria, para constituirse en un saber que la publicación propiamente científica no admitiría. De ahí, se puede proponer a la preferencia otorgada al libro en oposición al informe científico de la ciencia natural, paper, o la enseñanza oral.
La relación entre psicoanálisis y literatura, encuentra un punto de coincidencia en que ambos son prácticas textuales: son prácticas de lectura y escritura que se encuentran en el campo del lenguaje. El lingüista Ferdinand de Saussure dirá que el lenguaje es la primera institución, lo que instala el problema de aquello deja una marca, la huella y la diferencia, en definitiva la pregunta por la escritura: “la institución implica duración y la duración de un signo supone su inscripción en una huella que lo conserva diferente a todo otro signo. La huella instituida es ya una escritura por lo tanto ningún lenguaje es pensable antes de la posibilidad de la escritura ni fuera de su horizonte” (Peretti, 1989, p. 82). El psicoanálisis sostiene que el habla, la palabra supone de suyo la escritura. Freud desde muy temprano en su obra situó lo psíquico a partir de la memoria y la inscripción de trazas, que marcan diferencias, hasta proponer en el wunderblock la escena de lo psíquico a partir de la metáfora de la escritura. El psicoanálisis se funda en esta relación, entre escritura y lectura. Lector de lo inconsciente y la escritura como su condición.
Lacan vuelve a Freud con el tamiz del estructuralismo, los nuevos desarrollos del arte, la matemática, la lógica, la filosofía. Un trayecto que se ha descrito desde lo simbólico hacia lo real: del inconsciente simbólico al inconsciente real. Este trayecto se podría investigar a partir del el arte del siglo XX, desde el surrealismo, a las obras que están fuera del sentido o de la metáfora como Kandinsky, Rothko, entre otros. Así como en Freud, el inconsciente Estético tal como lo propone Rancière, supone un fondo de sentido para el siglo XIX, en Lacan podría proponer la hipótesis de un viraje a lo que se sustrae, se resiste al sentido en el arte de su época. Hay que dejar en claro que para Freud no todo es sentido, siempre hay algo que se escapa, uno de los elementos más claros lo encontramos en el “ombligo del sueño”.
El Psicoanálisis se orienta hacia un más allá del desciframiento del inconsciente, en el Seminario XX, Lacan refiere: “de lo que se trata es de saber lo que en un discurso se produce por efecto de lo escrito”. La escritura toma al lenguaje vaciándolo de sentido, una escritura que no se habla, como el nudo, el dibujo, el ideograma. Lo afirma del siguiente modo: “lo escrito no pertenece en absoluto al mismo registro, no es de la misma calaña, si se me permite la expresión, que el significante”. (Lacan, J. p. 40).
Como decíamos, no toda escritura es fonética “si algo puede introducirnos en la dimensión de lo escrito como tal, es percatarnos de que el significado no tiene nada que ver con los oídos, sino solo con la lectura, de la lectura de lo que uno escucha en el significante… lo que se escucha es el significante” (Lacan, J. p. 45).
El inconsciente cifra y el cifrado es funcional a sentido, donde se haya el efecto de significación, efecto del cual el psicoanálisis se desprende, “es bien evidente que el discurso analítico no se trata de otra cosas de lo que se lee, de lo que se lee más allá de lo que el sujeto se ha incitado a decir” (Lacan, J. p. 38). Es aquí que comparece la letra como límite entre el saber y el goce. La letra desnuda, sin cifrar, no hay inconsciente. El Seminario XX nos muestra que la relación sexual es solo en lo real, no hay cifrado en ella, donde se ubica a La/ mujer.
El inconsciente cifrado produce efectos de significación, sin embargo lo que nos trae Lacan es que el síntoma, que se ha cifrado, cuyo sentido es interpretable, lo excede un resto, un efecto de goce de la letra. Toda lengua tiene dos vertientes la significante y la del orden de la letra.
Para Schereber la emasculación, la transformación en la mujer de Dios, supone un resto, escribe sobre el goce femenino, como goza la mujer. Espera ser mujer para ser poseído y darle un hijo a dios. Inventa una lengua, una lengua del no todo, del goce femenino, cuyo resto es un escrito. La letra disuelve las formas del semblante, porque su estatuto es en lo real. Lo escrito no es para sea comprendido. Lo real en que se juega el goce femenino, opera como huella en la escritura, en el orden del Uno. La escritura intenta testimoniar lo femenino, sin embargo el testimonio por estructura es siempre fallido, es imposible.
Para finalizar cito a Marguerite Duras “Escribir”: “La soledad era eso. Una especie de escritura. Y leer era escribir.”

Bibliografía
Breuer, J.; Freud, S.: “Estudios sobre la histeria” (1893-1895) En OC Tomo II. Ed. Amorrortu Editores. Bs. As. 1990.
Peretti, C. Jacques Derrida: texto y deconstrucción. Barcelona, Anthropos, 1989.
Rancière, Jacques. “El inconsciente estético”. Editorial Estante, 2005.
Lacan, Jacques. “ Seminario XX”. Barcelona, Paidós, 2004.
*Texto presentado en La primera jornada Interna CEIP.