viernes, 29 de julio de 2011

cómo se inicia un análisis


El Centro de Estudios e Investigación en Psicoanálisis Lacaniano de Santiago de Chile invita al seminario agosto-octubre 2011

¿CÓMO SE INICIA UN ANÁLISIS?

Sabemos que el comienzo de un análisis no se reduce al encuentro con un analista ni menos aún al uso del diván.
A partir del discurso del sufrimiento, el analista debe poder dar lugar a una pregunta, transformar la queja en una demanda de saber, lograr que el sujeto cambie la relación con su palabra, con la convicción de que en su propio texto hay algo a ser leído, hay un saber no sabido que, transferencia mediante, será revelado….¿Cómo se produce este movimiento en cada caso?, esa es la pregunta que anima este seminario, y será a partir de investigar las respuestas de Freud y Lacan, haciendo uso de viñetas clínicas, que intentaremos formalizar una respuesta que permita orientar nuestra práctica.
Contenido del curso: Diferencia entre psicoterapia y psicoanálisis, entrevistas preliminares, transferencia, sujeto supuesto saber, política del síntoma, intervenciones del analista, acto analítico y deseo del analista, dificultades para entrar en análisis. Presentación de Casos.
Docentes Responsables

ROSA LAGOS: Psicólogo Clínico. Psicoanalista. Miembro Fundador del CEIP. Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). Miembro de la Nueva Escuela Lacaniana (NEL).
SILVIA MACRI: Psicóloga Clínica. Psicoanalista. Miembro Fundador del CEIP. Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana de Buenos Aires (EOL)
MIGUEL REYES: Psicólogo Clínico. Psicoanalista. Miembro Fundador del CEIP. Doctor © en Psicoanálisis de l´Université Paris VII- Diderot.

Inicia: Jueves 4 de agosto 20:30 hrs. Frecuencia: Semanal jueves 20:30 hrs
Duración: 9 sesiones (18 horas académicas) Lugar: El Trovador 4280. Auditorium. Las Condes. Metro Escuela Militar. Arancel: Profesionales: $ 70.000 Estudiantes: $ 50.000
Información e Inscripción: ceip.lacan@gmail.com
Se entregarán certificados de asistencia

miércoles, 20 de julio de 2011

A propósito de “La familia”


"Obtendremos, evidentemente, una completa satisfacción si consideramos que estamos aquí para inclinarnos con admiración ante los textos freudianos, y maravillarnos." Jacques Lacan Seminario I


El psicoanálisis, ha tenido en su historia una heterogeneidad de autores y de producciones teóricas, fundamentadas a partir de distintas experiencias y discursos. Entre ellas han existido distintas relaciones de proximidad o lejanía con la obra freudiana.
Lacan partir de su texto “La Familia” introducirá elementos basados en la sociología francesa del siglo XIX de E. Durkheim, estas tesis dejará una impronta fundamental en sus formulaciones teóricas hasta la 1953, donde se abrirá paso al estructuralismo gracias a Claude Lévi-Strauss. La relación de Lacan con las ciencias socilaes implican avances fundamentales para el psicoanálisis que determinarán producciones epistemológicas heterogéneas, con sus concomitantes efectos teóricos y clínicos.

¿Qué relación existiría entre psicoanálisis y familia? ¿Por qué pensar esta articulación? Porque es en este escenario donde se pondrá en juego el drama subjetivo de la constitución de un individuo. El psicoanálisis descubrirá en este ámbito la posibilidad de la constitución de un sujeto, a partir un dispositivo que sirve como operador en el devenir de un infante a esta condición, a saber el complejo de Edipo. Descubrimiento freudiano que se constituirá en la piedra angular de toda teoría psicoanalítica.
Podríamos decir que la familia se constituye como un agente que da a luz a un individuo, inscribiéndolo en la cultura, solo a partir de ésta realidad que está a la base en el descubrimiento freudiano. Ahora bien, el modo de comprender, de definir a la familia tendría efectos en el momento de la elaboración teórica y a su vez en el modo de ejercer una práctica clínica. De esta matriz epistemológica se desprenderá el ejercicio práctico y teórico en función de los paradigmas existentes en ciertas épocas. Es así que, podríamos entender las producciones teóricas marcadas fuertemente por una signatura histórica-epistemológica. De este modo, podemos pensar la obra de Lacan de 1938 hasta 1953, como nos propone Zafiropoulos (1), como ejemplo de esta discusión.
El psicoanálisis ha estado marcado por una vocación de estar en constante dialogo con otras disciplinas. Así Freud, ha discutido desde el discurso médico, con el del saber popular, la literatura, la estética y las ciencias sociales. Pero Freud no renegó nunca del intento de hacer del psicoanálisis una ciencia y en particular una ciencia de la naturaleza. Es así como Freud un hijo de sus tiempos, mantuvo un dialogo constante con otros saberes, pero manteniendo como centro su experiencia clínica y la sus descubrimientos.
Lacan en su texto “La Familia”(2) abre una discusión respecto a la familia moderna teniendo en cuenta los referentes teóricos de las ciencias sociales de la época y en particular con Emile Durkheim, lectura que irá como veremos en contraposición a la freudiana.
De este modo la familia, no sería un hecho a priori, estaría sujetada a los cambios históricos y así marcada por los discursos epocales que a su vez la constituirán materialmente en distintas conformaciones a través de los tiempos y culturas.
En Lacan del (1938-1953), es posible observar un intento de pensar los avatares de la familia desde una matriz historicista, trazando así para lo que interesa al campo del psicoanálisis, una posición que releva el universalismo de Edipo tal como lo piensa Freud, en función de la tesis durkheimiana de la declinación de la imago paterna dada por las condiciones históricas y sociales.
Estos basamientos sociológicos en Lacan, marcan su producción discursiva, así apostará a la ley de la contracción familiar durkheimiana, pensando la degradación del complejo de Edipo, que imposibilita dadas las condiciones sociales, asegurar una armoniosa ascensión subjetiva y social para los hijos de esta sociedad. Para lacan de la época, estas serían las condiciones sociales que permitirían a su vez las condiciones de posibilidad para que Freud pudiera descubrir el complejo de Edipo.
Entonces a Lacan le interesaría poner en discusión cierta naturalización de la familia constituida por un supuesto núcleo inamovible del padre-madre-hijo, en identidad biológica. Lacan hará un descentramiento, ubicando la discusión a partir de los cambios sociales y culturales que se manifiestan en este caso, en la institución del matrimonio, en tanto constricción fundamental de las formas anteriores de familias extendidas o si se quiere primitivas, para así abrazar la tesis de Durkheim de la compleja contracción de la familia conyugal. El gesto de Lacan estaría dado por un intento de desnaturalizar a la familia como referente instintual y biológico situándolo dentro del campo social y cultural marcado por la historia.
Ahora bien, el interés psicoanalítico de la familia estaría dado para la época en los complejos conscientes como inconscientes dominados por factores culturales, de los que resultarían las formaciones del inconsciente: lapsus, sueños, síntomas. Es así la experiencia psicoanalítica permitiría tener acceso a una suerte de reverso de los sentimientos familiares que constituyen los complejos inconscientes. Y desde ahí se abre la posibilidad de explicar la constitución de un individuo como también el funcionamiento familiar.
El basamento sociológicos de las investigaciones lacanianas para el periodo que comentamos, estarían dados por su lectura de Durkheim sobre la familia, quien emplazará el énfasis sobre todo en los cambios de su estatuto jurídico. Es entonces, que para Lacan como Durkheim son los vínculos simbólicos más que los biológicos los que regulan la estructuración familiar. Es la ley de la contracción familiar la que sirve como la gran rúbrica en la producción de los lazos familiares.
Justamente la familia conyugal sería el efecto de la antigua familia patriarcal, sería por decirlo de un modo radical, por los efectos que tendrá esta contracción, (según los argumentos que desarrolla el sociólogo francés) – su ruina –. Durkheim la define de este modo:
“Doy ese nombre a la familia tal como se constituyó en las sociedades originadas en las sociedades germánicas, es decir, en los pueblos más civilizados de la Europa moderna […]. La familia conyugal resulta de una contracción de la familia paternal. Ésta incluía al padre, la madre y todas las generaciones oriundas en ellos, salvo las hijas y sus descendientes. La familia conyugal ya no incluye mas que al marido, la mujer y a los hijos menores y solteros […]. Es indudable que [el hijo casado] sigue ligado a sus padres, tiene el deber de alimentarlos en caso de enfermedad y a la inversa, tiene derecho a una parte determinada de la fortuna familiar […]. Esas son las únicas obligaciones jurídicas que sobreviven […]. No hay en ello nada que recuerde el estado de dependencia perpetua que estaba en el fundamento de la familia paternal y la familia patriarcal. Estamos, por lo tanto, en presencia de un nuevo tipo familiar. Visto que sus únicos elementos permanentes son el marido y la mujer y que todos sus hijos abandonan tarde o temprano la casa, propongo llamarla familia conyugal” (3)

Esta definición jurídica permitirá a Lacan pensar el paso de la familia paternal a la familia conyugal tal como la define Durkheim. Y es esta transformación lo que tendrá efectos en el plano subjetivo y familiar, como también en la constitución del campo analítico, el cual según Lacan esta transformación fundará. Este pasaje de un modo de estructuración familiar al otro será explicado por una serie de avatares históricos desde el nacimiento del Estado nacional moderno, las transformaciones económicas de principios de la modernidad concretadas en la revolución industrial, como también el triunfo de la burguesía. Este conjunto de circunstancias debilitará según el sociólogo francés el poder de la familia.
“La soberanía del padre (en la familia patriarcal o paternal) es sucedida, por lo tanto, por la soberanía del Estado en la familia conyugal, la puesta bajo tutela del padre y el carácter indisoluble de los lazos de parentesco que fijan la forma conyugal de las familia moderna garantizadas por el Estado”. (4)

Es así que – bajo la interpretación de la sociología francesa de la época – la soberanía del padre de familia se ve destituida por el triunfante poder estatal. Es él, quien mediará las relaciones en la familia, el poder del padre ha perdido y ha caído en ruina. El Estado, en conjunto con su aparataje jurídico es quien puede intervenir e incluso disponer de los miembros de la familia si así lo considerase conveniente. Puede quitar a un hijo de la familia conyugal en su labor de velar por el bienestar de sus ciudadanos.
El diagnóstico que nos entrega esta sociología es claro, el padre ha perdido su poder, la potestad del padre es subvertida, el diagnóstico nos orienta frente a una declinación social de la imago paterna.
Lacan al adherir a esta tesis, se desprende como consecuencia lógica algo en Edipo debe verse comprometido gracias a las nuevas condiciones sociales. “pero no somos de aquellos que lamentan un supuesto debilitamiento del vinculo familiar. ¿Pero no es acaso significativo que la familia se haya reducido a su grupo biológico a medida que integraba los más altos progresos culturales? Un gran número de efectos psicológicos, sin embargo, están referidos, en nuestra opinión a una declinación social de la imago patera […]. Cualquiera que sea el futuro de esta declinación constituye una crisis psicológica. Quizás la aparición misma del psicoanálisis deba relacionarse con esta crisis.” (5)
Para Durkheim, la ley de la contracción familiar deviene en la familia conyugal moderna, la cual portaría un concomitante anómico expresado en el creciente individualismo. Es así, que Edipo como regulador de las funciones sociales, en tanto que permite la entrada de un sujeto a la cultura, la posibilidad de sublimar y el acceso al ideal del yo se ve vería en dificultades dado las condiciones sociales del edipismo, pero a su vez, es esta crisis, la condición de posibilidad de los descubrimientos en el campo analítico.
Como vemos en esta época Lacan no sería freudiano, dado que Edipo estaría determinado por las condiciones sociales, históricas y culturales en donde se jugaría el lugar del padre y de la familia. Por lo tanto el complejo de Edipo no sería universal y las formaciones neuróticas estarían sujetas a variaciones según la historia de la institución familiar.
En el campo de la estructuración subjetiva, para Lacan -de la época- se constituiría de modo progresivo en complejos familiares de destete, intrusión y el de Edipo, que serían organizadores del desarrollo psíquico. Como veremos esta propuesta estará en contraposición con Freud, tensionando y criticando algunos de los conceptos y elaboraciones teóricas cruciales del fundador del psicoanálisis. Estas criticas no son ni arbitrarias ni antojadizas, sino mas bien son la consecuencia lógica de los desarrollos teóricos y clínicos que intenta sostener Lacan, para introducir y pensar las nuevas formas psicopatológicos a las cuales asistían desde una mirada en dialogo con la sociología francesa y los antecedentes antropológicos que Lacan visitaba y hacia suyos para su teoría y su práctica clínica.
El complejo de destete será para Lacan, el primer lazo de un infante con la institución familiar, y por lo tanto con los primeros atisbos culturales. Interesante notar que a la base de este complejo esta la madre como soporte primordial. Es esta separación que se pone en juego en el complejo de destete que abriría el campo del malestar, de la nostalgia por el pecho materno, un malestar del niño separado de esa experiencia de satisfacción. Este complejo lo elevará al estatuto de una invariante de la especie humana. Esta complejo fundamental y primordial dará cuenta a su vez del por qué será particularmente difícil la sublimación de la imago matera. Es de vital importancia en el estado biológico de prematuración en que se encuentra la cría humana, la sublimación de la imago materna, proceso que le permitirá la entrada al grupo humano, como también el acceso a los de complejos. Esta nostalgia por la imago materna dada por la prematuración de la cría humana invita a una seducción mortífera, discutiendo con Freud y la teoría del instinto de muerte dado que se fundamentaría según Lacan en una argumentación de corte biologicista. Sería la madre quien debiera promover un empuje al grupo al infante y así posibilitar un normal desarrollo y acceso de los complejos. Es así que al contraponer el complejo al orden de la naturaleza lo que se está enfatizando es la importancia del grupo social en la subjetivación. La prematuración daría cuenta de esa posición primordial y ambivalente de ser empujado al grupo o ser empujado a la muerte.
Luego Lacan propone el complejo de la intrusión, sería el momento inaugurado por el descubrimiento de los hermanos. Esto permitiría el reconocimiento a partir de los celos de otro. Celos y el yo coincidirían con su aparición. Lacan desarrollará el estadio del espejo como la alienación fundamental donde se gana un cuerpo y un yo.
Con respecto al complejo de Edipo, marcará la culminación de la sexualidad infantil, instalando la represión al deseo sexual a la madre, y la identificación con el padre del mismo sexo. Su sepultamiento estará dado por la ganancia de un superyo que estará ligado al orden de la represión y al ideal del yo en articulación con la sublimación. De este modo un sujeto accede a un grupo social participando de la realidad y ubicándose en un rol sexual.

“El análisis psicológico del Edipo señala que se lo debe comprender en función de sus antecedentes narcisistas; no queremos decir por ello que se instaura fuera de la relatividad sociológica. El resorte mas decisivo de sus efectos psíquicos, en efecto, se originan en el hecho de la imago del padre concentra en sí la función de represión con la sublimación; pero se trata, en ese caso, de una determinación social, la de la familia paternalista”(6)

Podemos entender como el dialogo con las ciencias sociales y la concepción de la familia como la sociología francesa la interpreta a partir de la ley de la contracción familiar y su resto la familia conyugal moderna, presenta como resultado la declinación de la imago paternal y condición anómica que esta comporta, poniendo a en apuros al complejo de Edipo. Produciéndose dificultades en la constitución psíquica normal, dificultades en la sublimación y en el ideal del yo. Lacan pensará las neurosis de transferencia introducidas por Freud – como neurosis histérica, la neurosis obsesiva y las fobias –, bajo la rúbrica de la degradación de Edipo que deja al sujeto inerme frente esta situación anómica buscando formas sustitutivas de este como las fobias o en las consecuencias traumáticas de encuentros sexuales precoces. Lacan dirá que todas las neurosis dependerán de la condiciones sociales del edipismo, así también las neurosis de carácter “las neurosis llamadas de carácter… permiten comprobar algunas relaciones constantes entre sus formas típicas y la estructura de la familia en la que se desarrolló el sujeto” (7) estas se estructuraría en las relaciones con los padres, realizándose un transmisión transgeneracional mórbida.
Para Lacan se desprende entonces que lo universal no sería el padre, ni este sería prioritario en el acceso primordial a la cultura para un sujeto sino más bien la madre. La madre sería quien estaría en el empuje primordial del infante a entrar a la cultura. Así es el superyo para Lacan sería materno. Lacan no admitirá a Freud con sus desarrollos del superyo –adquirido en Edipo- ni de Tótem y Tabú como el fundamento de la cultura a partir del padre muerto.
Es la imago materna que estaría en el fundamento del superyo, es un superyo pre edípico, y que estaría a la base del empuje del infante a la entrada en el grupo. Es un superyo en articulación con una condición constitucional humana, la prematuración, la cual operaría como un agente biológico que conectaría a la cría humana con el seno materno y de este modo al grupo social. Desamparo y deuda que estaría arrojado cada cría humana incluso en sociedades donde el complejo de Edipo no existe. Es la madre quien suple la deficiencia de su cría en su contacto alimentario, primer contacto social por la boca y desde ahí la madre constituye algo del orden de la ley con el sujeto. Así el superyo se pondría en funcionamiento en el empuje que la madre haría al infante con respecto al grupo social. Debiera darse una articulación entre superyo e ideal del yo para que el sujeto se adapte a las normas sociales.
Se entiende entonces que un desarrollo normal estaría dado por el paso de un infante por un empuje de la madre al grupo social y a una identificación a ideal del yo en su paso por Edipo “este empuje anima una dinámica identificatoria que encierra ante todo al sujeto en una imaginaria prisión superoyoica de la cual lo liberará la idealización edípica, siempre que su familia sea suficientemente extensa, no asocial, y esté bien constituida (en el plano de su estructura), para no retenerlo en el callejón sin salida de un edipismo que lo deje librado a su soledad narcisística” (8)
Las exigencia súperyoicas estarían asentadas en los primordios del infante humano y su articulación con la idealización en un grupo familiar favorable, que “remedie” la precariedad edípica de la familia conyugal, proporcionando recursos relacionales y simbólicos para moderar la los efectos mórbidos del superyo desatado, dado que la idealización debilita la exigencia superyoica haciéndolo soportable para un sujeto. Por lo tanto el superyo sería individual y en el se jugaría la articulación entre naturaleza y cultura.
Es quizás la bancarrota de Durkheim, al decir de zafiropoulos y el encuentro con Claude Lévi-Strauss lo que producirá el mayor viraje en la teoría lacaniaca a partir del año 1953. Es la entrada a otra lógica y mirada epistemológica que le proporcionará el estructuralismo, obteniendo nuevas aproximaciones y rendimientos para la teoría psicoanalítica. Dejando así la tesis que abrazó de Durkheim durante los años precedentes. Nos parece interésate notar que es, a partir de las ciencias sociales que Lacan se aleja de Freud y a través de estas mismas, acepta y vuelve al padre muerto del psicoanálisis.

“Así, a partir de 1953 el poder del padre y el valor estructural de su función ya no obedecen tanto, para Lacan, a su poder social ni al del grupo del cual es jefe, si no al valor que le es propio en el registro simbólico.
En esta perspectiva, el padre de la gran familia no vale más que por el nombre de la familia conyugal.
Aquí se produce el desplazamiento del valor social del padre al valor propiamente simbólico de su nombre” (9)

Podemos pensar en este momento de Lacan, un quiebre de su anterior desarrollo teórico de la mano de Durkheim y una producción discursiva de la familia, en tanto imagos determinantes en la constitución subjetiva. Es a partir su encuentro teórico con Lévi-Strauss, que desarrollará para la teoría psicoanalítica la entrada a lo simbólico y su eficacia fundamentales en el sepultamiento de Edipo. La familia entonces dejaría de ser pensada solo desde su soporte imaginario, siendo desplazada a lugares estructurales que disuelven como determinante fundamental nociones como la personalidad de los padres o por la pérdida social de su poder. Es una entrada a un pensamiento sincrónico.

“Esto mismo expresa, precisamente, aquel mito necesario para el pensamiento de Freud que es el mito del Edipo. Obsérvenlo con más atención. Si es necesario que él mismo proporcione el origen de la ley bajo esta forma mítica, si hay algo que hace que la ley este fundada en el padre, es necesario el asesinato del padre. Los dos casos están estrechamente vinculados –el padre como quien promulga la ley es el padre muerto, es decir, el símbolo del padre. El padre muerto es el Nombre del Padre, que se construye a partir del contenido.” (10)

Así la familia pensada como padre-madre-hijo, ahora es agregado un cuarto elemento mediador, a saber la muerte. Con la introducción de este cuarto elemento se desmarca de la escena de lo imaginario signada por las imagos parentales y el narcisismo –en el estadio del espejo- para darle lugar a lo simbólico en tanto registro en su fecundidad subjetiva y social. Es menos el padre imaginario que la metáfora paterna la que se pondrá en juego en la constitución de un sujeto marcando así la eficacia simbólica del padre reducido a su nombre.

“El padre no sólo sería el nombre del padre, sino realmente un padre que asume y representa en toda su plenitud esta función simbólica, encarnada, cristalizada en la función del padre. Pero resulta claro que ese recubrimiento de lo simbólico y lo real es completamente inasible, y que al menos en una estructura social similar a la nuestra el padre es siempre en algún aspecto un padre discordante en relación con su función, un padre carente, un padre humillado como diría Claudel, existiendo siempre una discordancia extremadamente neta entre lo percibido por el sujeto a nivel de lo real y esta función simbólica. En esa desviación reside ese algo que hace que el complejo de Edipo tenga su valor, de ningún modo normativizante, sino generalmente patógeno.”(11)

Ya no se hace necesario la discusión de la presencia de un padre en la familia, dado que el nombre del padre se desmonta del padre biológico, por lo tanto se entiende que la pregunta por Edipo se reactualiza. Edipo podría darse si la presencia de un padre, dado que su drama se encuentra mas allá de su presencia.
Para el psicoanálisis, ya no es su interés por el reverso inconciente de la familia, sino lo inconciente como ese lugar de desconocimiento para un sujeto. Son los efectos inconcientes del nombre del padre los que ahora se ponen en juego.
Puede decirse que no es el niño con sus problemas psicológicos y familiares, lo que se hace objeto del psicoanálisis, sino aquel que se interroga por su posición en una sistema simbólico y por sus efectos en la estructuración de su destino como sujeto con un trayecto único. El trayecto de un sujeto que padece de desconocimiento de su historia y sus determinaciones.
Movimiento fundamental en la concepción de la familia y en su articulación del psicoanálisis. Es quizás para la teoría lacaniana el regreso de lo reprimido, en su vuelta Freud. Retorno de aquellos fragmentos teóricos rechazados en Freud.
Lacan retomará entonces, según lo enseñaba Freud que en el origen de la civilización estaba en padre, y se inscribirá en la lógica estructural, para pensar lo que implica un Edipo fuera de las determinaciones sociológicas.

“El padre simbólico, es el nombre del padre. Es el elemento mediador esencial del mundo simbólico y de su estructuración. Es necesario para ese destete, más esencial que el destete primitivo, por el que el niño sale de su puro y simple acoplamiento con la omnipotencia materna. El nombre del padre le es esencial a toda articulación de lenguaje humano, y por esta razón dice el Eclesiastés —El insensato ha dicho en su corazón: no hay Dios.” (12)

El nombre del padre deviene como operador fundamental en la teoría psicoanalítica lacaniana posterior a 1953, abre la discusión por el objeto propio del psicoanálisis, a saber lo inconciente. Inconciente solo logrado a partir de la pérdida que se realizará en paso por Edipo. Donde el nombre del padre más allá del padre real, el padre imaginario operará en la estructuración subjetiva. No es que este padre no importe, sino es que siempre esta en inadecuación estructural con el nombre del padre en tanto registro de lo simbólico. Será la metáfora paterna en la culminación de Edipo lo que inscribirá el nombre del padre a partir de la operación de represión del deseo por la madre instalando así la ley del padre muerto, creando la fractura inaugural de todo sujeto, sujeto siempre para el psicoanálisis del inconciente.
Como hemos dicho la lectura de Lévi-Strauss para Lacan fue determinante para sus nuevas formulaciones respecto para el campo psicoanalítico que tendrían efectos en la conceptualización de la familia como de su realidad para el psicoanálisis, esto es Edipo. El complejo de Edipo entonces estará marcado por la metáfora paterna y que inscribirá a un sujeto el nombre del padre que es la entrada a la ley y por lo tanto al campo de la neurosis, la cultura y al circuito de los intercambios. Así mismo esto significa la constitución de un sujeto de lo inconciente, un sujeto deseante marcado por el desconocimiento de lo que lo marco en una cadena de transmisión transgeneracional vía un significante sin sentido, que no significa nada paro que será condición de estos.
“Para formular su teoría del sujeto del inconciente que se deduce de la función simbólica en que el nombre del padre ocupa un lugar eminente e incluso excepcional, Lacan se apoya sin ninguna duda en las investigaciones de Lévi-Strauss, pero más precisamente en la lectura que el etnólogo hace en 1950 del “Essai sur le don” de Marcel Mauss, en la cual afirma que la función simbólica siempre está inconcientemente indicada por un significante flotante que permite el “almohadillado” entre significante y significado”(13). Este significante flotante podría entenderse como un espíritu que yace en todas las cosas, en los objetos e impone su circulación, la deuda y el lazo social, inscribiendo a los hombres en la cultura. Es entonces este significante flotante lo que permitiría a partir de su condición de excepción fundar si se nos permite “la realidad”, en la unión que éste cumpliría entre el significado y el significante para un sujeto. El nombre del padre para Lacan tendría esta condición y al decir de Lévi-Strauss, “símbolo cero” funda la ley para un sujeto. Entonces, podríamos decir que es en tanto que el nombre del padre no significa nada, está fuera del campo del sentido, es que a la vez será su condición.



En el presente ensayo se ha intentado hacer un pequeño recorrido entre algunas de las relaciones entre Lacan y las ciencias sociales, con el interés de dar cuenta de cómo estas lecturas en tanto influencias determinantes en la producción teórica de lacaniana tuvo efectos en sus conceptualizaciones sobre la familia.
La familia para el psicoanálisis será de vital importancia, debido a que es en esta escena donde se penen en marcha los procesos de subjetivación para todo sujeto.
Pudimos ver a lo largo de este ensayo que las influencias teóricas de Durkheim lograron en Lacan desarrollos que pusieron en tensión e incluso en contra de Freud, formulaciones de los años del 1938 a 1953. Desarrollos marcados por la influencias del sociólogo francés, que se concretarían en las conceptualizaciones teóricas en Edipo, marcado por sus condiciones sociales, esto es Edipo no sería universal. Esta conclusión sería posible gracias al argumento durkhiamiano de la ley de la contracción familiar y su efectos anómicos.
Es esta ley lo que marcará la constitución de una familia conyugal moderna paradigma de la familia burguesa. Padre- madre -hijo, donde el lugar del padre habría caído en desgracia, Lacan leyendo aquí lo que para le psicoanálisis aportaría esta tesis diagnosticará dificultades de constitución subjetiva en el Edipo. Y por tanto disminución de su fecundidad social y subjetiva.
Para 1953 lacan se acercará a la obra de Claude Lévi-Strauss, signando todos sus desarrollos teóricos posteriores. De este modo, gracias a los apartes del estructuralismo, la concepción lacaniana de la familia cambia y deja de ser pensada solo como los padres imaginaros en su efectos, para dar lugar a una familia pensada en sus efectos estructurales, a partir el padre muerto y la eficacia de lo simbólico que en su actuar siempre deja un resto inasible condición de cualquier posibilidad de constituirse en sujeto.
El estructuralismo reenvía a Lacan por la pregunta por el fundamento en Freud, así su encuentro con el padre del psicoanálisis es gracias a los desarrollos teóricos de las ciencias sociales y los hallazgos clínicos.
Cabe la pregunta si el psicoanálisis ha tenido vocación de discutir y apropiarse de distintas producciones culturales, cómo afectará las discusiones pos-estructuralistas y qué efectos tendrán en la teoría y la práctica psicoanalítica.

Notas
(1) Markos Zafiropoulos. “Lacan y las ciencias sociales. La declinación de la imago del Padre (1938-1953)”
(2) 1938
(3) Durkheim, “La famille conjugale” citado por Zafiropoulos. Pág. 61.
(4) Markos Zafiropolous “Lacan y las ciencias sociales. La declinación de la imago del padre (1938-1953). Ediciones Nueva Visión. 2002 Buenos Aires.
(5) Jacques Lacan “La Familia” Editorial Argonauta 2003.Buenos Aires Pág. 93
(6) Jacques Lacan “La familia” Editorial Argonauta. 2003 Buenos Aires. Pág. 84.
(7) Ídem. pag.129
(8) Markos Zafiropolous “Lacan y las ciencias sociales. La declinación de la imago del padre (1938-1953). Ediciones Nueva Visión. 2002 Buenos Aires.
(9) Ídem. Pág. 193
(10) Jacques Lacan “Seminario 5. Las Formaciones del Inconciente” Editorial Paidós.2004 Buenos Aires. Pág. 150.
(11) Jacques Lacan “Seminario 0. El mito individual del neurótico.(El hombre de las ratas) versión electrónica.
(12) Jacques Lacan “Seminario 4. Las relaciones de Objeto” Editorial Paidós.1994 Buenos Aires. Pág. 366.
(13) Markos Zafiropolous “Lacan y las ciencias sociales. La declinación de la imago del padre (1938-1953). Ediciones Nueva Visión. 2002 Buenos Aires. Pág 203








Bibliografía

• Sigmund Freud “Tótem y Tabú” Obras Completas. Editorial Biblioteca Nueva. 1981. Madrid
• Jacques Lacan “La familia” Editorial Argonauta. 2003 Buenos Aires.
• Jacques Lacan “Seminario 4. Las relaciones de Objeto” Editorial Paidós.1994 Buenos Aires
• Jacques Lacan “Seminario 5. Las Formaciones del Inconciente” Editorial Paidós.2004 Buenos Aires.
• Jacques Lacan “Obras completas” Edición Electrónica.
• Markos Zafiropolous “Lacan y las ciencias sociales. La declinación de la imago del padre (1938-1953). Ediciones Nueva Visión. 2002 Buenos Aires.