martes, 3 de agosto de 2010

Actualización en psiquiatría para APS

Transformaciones del Chile contemporáneo

Ps. Francisco Pisani


Los que trabajan tienen miedo a perder el trabajo.
Los que no trabajan tienen miedo a no encontrar nunca trabajo.
Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida.
Los automovilistas tienen miedo a caminar
y los peatones tienen miedo a ser atropellados.
La democracia tiene miedo de recordar
y el lenguaje tiene miedo de decir.
Los civiles tienen miedo a los militares,
los militares tienen miedo a la falta de armas,
las armas tienen miedo a la falta de guerras.
Es el tiempo del miedo.
Miedo de la mujer a la violencia del hombre
y miedo del hombre a la mujer sin miedo.
Miedo a los ladrones, miedo a la policía.
Miedo a la puerta sin cerradura, al tiempo sin relojes,
al niño sin televisión, miedo a la noche sin pastillas para dormir
y miedo al día sin pastillas para despertar.
Miedo a la multitud, miedo a la soledad,
miedo a lo que fue y a lo que puede ser,
miedo de morir, miedo de vivir.
Eduardo Galeano.



Es posible constatar desde las últimas décadas cambios vertiginosos en nuestro país. Es indiscutible que la salud mental impone la necesidad de abordar los aspectos socio-cultural e históricos que tienen efectos en las personas. Los cambios en la economía, la democracia, la profundización de las nuevas tecnologías, los efectos de la globalización, son problemas necesarios para contextualizar una época de profundas transformaciones. Estos cambos imponen nuevas dinámicas para todos, como por ejemplo, una sociedad basada en el mercado , que potencia encontrar en el consumo, una identidad. Sin ir mas lejos, se escucha cada vez más en los medios de comunicación “los derechos del consumidores” y cada vez menos los “derechos del ciudadano”. Movimientos históricos que construyen nuestra vida cotidiana, demarcando modos de ser y de habitar. La experiencia de la competencia es la lógica que predomina a diario que se resuelve por el acceso a los bienes económicos, con las consecuencias para quienes por distintos motivos, no pueden participar del triunfalismo del tener.
Nuevos lenguajes, nuevas formas de vivir la sexualidad, nuevas formas de matrimonio, identidades nómades, que van complejizando el chile de hoy, y que parece necesario situarlas en su dimensión contextual para la comprensión de los sujetos contemporáneos.
Las instituciones tradicionales como la iglesia, la familia, el estado, la política, pierden terreno en la actualidad, y su descrédito es creciente. Lo que antaño hacia de vínculo: el partido, la iglesia, una ideología, el sindicato y los colegios profesionales ahora en su función de aunar sujetos en torno a identidades y proyectos a fines, desfallece. Lo colectivo retrocede ante el poder de lo individual. Cada vez más es el individuo quien debe por si solo gestionar y administrar su futuro. Por supuesto, con el mandato de éxito en cada esfera de su vida. Buen padre o madre, mejor trabajador, no decrecer en sus distintos rendimientos, mejorar cada vez más como persona, estar constantemente actualizado. Múltiples exigencias para cada sujeto cuyes efectos en términos de “yo no soy lo que se espera” se hacen escuchar en la consulta de salud mental.
Este empuje a lo individual se suma a la idea de “mientras más tengo, más temo a perderlo”, más cercos eléctricos, cierre de calles para la protección miedo al vecino, al otro, al joven. Las encuestas de percepción nos hablan del miedo al otro, las confianzas y los vínculos se desvanecen.
Chile es uno de los países en America Latina que “lidera” los índices de desigualdad social, lo que permite pensar en la violencia de la exclusión social para aquellos que no han tenido las mismas oportunidades de acceso y oportunidades que la elite social.
Como no mencionar lo vertiginoso de la ciudad, de los medios de transporte y del medio ambiente y sus efectos de violencia para con las personas.
El PNUD 2002, constata que 2/3 de los estratos socioeconómicos más bajos, sienten que el rumbo de la vida no depende de ellos. A su vez nos nuestra, que las personas que no disponen de referentes colectivos para enfrentar cambios, tienden a experimentar la sociedad como una “maquina arrolladora”. Una vida que no depende de nuestros esfuerzos o decisiones, ¿qué libertad es posible ejercer bajo esta perspectiva? La vida cotidiana trasformada en una fuente inagotable de amenaza y violencia hacia la integridad de los sujetos.
Muchos de los chilenos se replegan en la amistad y la familia como fuente de sentido y amparo ante la adversidad de la vida cotidiana. En algunos casos a la familia se le sobrecarga de exigencias y expectativas que no puede cumplir.
En relación al género, también es posible destacar nuevas tensiones crecientes en las exigencias en el ámbito de lo doméstico tradicional –ser madre y dueña de casa- y las nuevas demandas del trabajo. Cada vez constituirse como mujer es más difícil.
La en lo laboral percepción de inseguridad del trabajo es creciente a lo que se suma la percepción de vulnerabilidad en salud.

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